Realmente es un paraíso viajar a San Cristóbal, pues aunque son muchas horas, se puede disfrutar –una vez que se pasa la recta interminable que conduce a Barinas- a parajes realmente hermosos, cubiertos de pasto verde –en época lluviosa- y mucho ganado, de todos los colores y tamaños.
Antes de llegar a la Capital del estado Táchira se van pasando una serie de pueblitos donde no se puede distinguir quienes son venezolanos y quienes son colombianos. Pero la gente es afable. Hay muchos riachuelos y ríos que se caracterizan por el color de sus aguas, que aquí en Caracas se asemejarían al Guaire -con la diferencia de que allá no están contaminados- como es el caso del Uribante.
Muy cerca de San Cristóbal se observa otro río con las mismas características, pero esta vez el agua es más rojiza, dicen los lugareños que el tono se lo da el color de las piedras y otros dicen que son los sedimentos arcillosos de los derredores. El hecho fue que el primer día lo vi casi como san-+gre diluida en agua y al día siguiente, cuando venía de regreso, era marrón.
Nunca había visitado San Cristóbal, no que yo recuerde, si bien el camino para llegar allá no es tan pintoresco como el que conduce a Mérida por el Páramo, podría decir que la ciudad sí se parece mucho, con subidas y bajadas, calles limpias –tal vez en algo influyó ser una de las sedes de la Copa América- gente que se habla de Usted, entre otros.
El Sambil de San Cristóbal posee pasillos bien amplios y nada ruidosos como los de Valencia y Caracas, con prácticamente las mismas tiendas y los precios no tan elevados. Próximo al mall, o en una parte de él se encuentra el Hotel, donde se quedaron muchos de los jugadores de las diversas selecciones de fútbol.
Lo que más sorprendió a nuestros acompañantes en esta travesía, es que allá las chicas tienen ¨su paraíso¨, pero al natural, las típicas pechugonas que no tienen nada atrás –yo no soy gocha, ojo- uno de los chicos dijo, “qué bárbaro, aquí es difícil ver a alguna siliconeada, mientras en valencia o CCS es difícil ver a una que no esté operada”, porque de verdad que en los centros comerciales el desfile y dimensión de las voluptuosas son apoteósicas.
Allá hasta los loquitos son educados, como uno que estaba “trabajando”, que al pasar por mi mesa le dijo a mi novio “gonita su novia”, para luego sentarse, llamar la atención de los vigilantes, hacerse llamar doctor y reclamar porque nos estábamos riendo. Hasta para reclamar no soltó ni una mala palabra
“no sea payasa oyó, porque los payasos están en el circo”.
Como en Mérida, en San Cristóbal los dulces criollos, los panes, quesos, cremas y natas, protagonizan el tributo al paladar y en la vía, la carne, el pollo, los chorizos, el sancocho, entre otros manjares cocidos a leña, capturan los recuerdos de los visitantes.
Leyendas
1) En esta parada las empanadas son a mil, ¡son buenas! Es donde está una estación de servicio y la mayoría de los comensales son camioneros.
3) El Uribante, de color Guaire
3) El ganado en las verdes praderas andinas
4) El Sambil, con maqueta y todo
5) No podía faltar el mural con la Vinotinto
6) En la feria de la comida, sí, exactamente las mismas franquicias
7) Me encanta esta foto...
3) El ganado en las verdes praderas andinas
4) El Sambil, con maqueta y todo
5) No podía faltar el mural con la Vinotinto
6) En la feria de la comida, sí, exactamente las mismas franquicias
7) Me encanta esta foto...
8) y 9) Comida en la vía Ummmm!!!
2 comentarios:
Epale Zora que lindo tu paseo por San Cristobal.... tengo que ir, conozco Mérida pero el Táchira aún no....
Que beno que aún existan pechugas sin silicone, porque acá en Valencia el que no tenga autoestima se destruye al ver tantas lolas aderezadas con plástico...
Saludos
Amiga, hace poco me entere que el 31 fue le dia mundial de blog... mas vale tarde que nunca
Feliz dia!!
Publicar un comentario