Como todos los años, éste monté el arbolito de mi casa, es una manera de darle la bienvenida a la navidad; todos nos sentimos contentos por ese gustico que tiene la llegada de diciembre, los adornos, los regalos, las hallacas, el compartir, aunque por otro lado anhelemos y extrañemos a uno de nuestros seres más queridos: mi abuela, en el pasado, pieza clave para esta celebración por el sabor de su guiso y del dulce de lechosa.
De la navidad, una de las cosas que me causa mayor ilusión, es ver la cara de felicidad de los niños mientras abren sus regalos, Chaini, Rey, Danielita, Miguel y ahora Camila (omito a Rosmani porque ella casi nunca está los 24). Sin embargo, este año no estaré allí para ser testigo de su emoción porque estaré de viaje, pero el sentimiento será el mismo y prometo esmerarme porque ellos disfruten el regalo que les dejaré, ¡sencillo pero cumplidor!
Este año ya nuestra Cami da pasitos y dice palabras y nuevamente posa ante mi arbolito para la cámara. Recuerdo el año pasado, que sobre el puff acostadita salió en una fotito, pero hoy, ya se para solita y no hay puff que haga falta.
Doy gracias a Dios por lo que tengo y por tener junto a nosotros este tesorito. La “gordita sí”, “Tata”, “Tatica”.
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