Siempre he sabido gracias a las clases de biología, lo necesario que es para el ciclo de la vida, que existan depredadores en la cadena alimentaria.
No obstante, nunca deja de impresionarme la crueldad del que caza y de quien es cazado. Ayer entré en shock al ver Discovery, siempre que veo cómo cazan, cambio de canal, pero ayer no entendía lo que pasaba y por eso me qué viendo.
Se trataba de la caza de las orcas, ellas estaban empeñadas en comerse a un ballenato, entiéndase, el pequeño hijo de una ballena. Estuvieron acosándolo por seis horas ininterrumpidas, en manadas lo lanzaban al fondo para hacer que se ahogara, porque ellos deben salir a la superficie a respirar (por el orificio donde lanzan agua) la madre trataba de salvarlo, pero no podía contra tantos. Ella lo impulsaba para que tomara aire, pero el ballenato ya estaba agotado.
En un momento ya el pequeñín no podía salir, su madre debía sostenerlo con su cuerpo para que respirara y por su estado finalmente las orcas ganaron. Lo mataron y todo para comerse únicamente su lengua y parte de la mandíbula inferior.
La madre tuvo que partir sola hacia el sitio donde pasaría cierta época del año, ella se había retrasado en la odisea mientras esperaba el nacimiento de su pequeño, a quien tuvo en su vientre por 13 meses, ¿para qué? para al final perderlo y tener que partir sola.
Me pareció aunque algo natural, un proceso cruel. Me enterneció la mirada de la ballena y cómo rodeaba al ballenato para tratar de ayudarlo.
Eso me recuerda que hay personas que en la vida juegan a depredadores sin necesidad, no por cuestión de selección natural o supervivencia del más apto. Sólo causan daños a otros sin una causa de peso, aunque el daño sea irreversible y aunque el resultado tampoco los favorezca a ellos.
Y también parece mentira que ante la amenaza de sus hijos, siempre hay una madre que quiere salir en nuestra defensa pese a que es poco o nada lo que puede hacer.
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